Sin tiempo.

Me he quedado sin tiempo, escondido en las ruinas de un trabajo vulgar. Ya no hay lugar para él, tampoco lo hay para mí porque en mi cabeza dan vueltas y vueltas los segundos miserables. No tengo tiempo para pensar porque estoy ocupado ocultando pensar en ello. Miedo me da ver y sincerarme. Temor siento en pensar que se ha abaratado todo y que pierdo la noción de la verdad.

-Cuéntame tus deseos y tus sueños, tus pasiones y tus secretos, tus vergüenzas y tus penurias- me dijo aquella noche la pared blanca que se encontraba rodeada de extenuantes objetos chillones y aderezado con música estrambótica. Sudé lo indescriptible para poder abrir la boca y que mi voz contara a detalle mis más elocuentes y también ridículos pensamientos. Claro está, descubrí que fue un tonto sueño en el cual me encontraba. Oriundo de los altos picos de mi mente, fue donde vislumbré todas esas mentiras que me he dicho y que acepto como dogmas.

Espeté con rancia voz que ya no quería soñar pesadillas que me hicieran levantarme con la angustia que Sartré pontificó. Ya no lo hago, ahora sólo me sueño con mujeres desnudas que buscan rápida satisfacción y también con enormes logros personales. Se acabaron las pesadillas. Yo tengo una noble teoría, pienso que es por la falta de tiempo. Ahora camino como medio y no como fin, sueño para disfrute y no para intuir.

Frivolités, miento para engañar no para ensayar. Una vez más, el tiempo hace que me quiera apurar en mis acciones. Pero cuando me siento enfrente de un teclado y escribo, mis dedos -inconexos hasta ese momento- se rebelan y hablan sin permiso. Una delicia cuando pasa eso.

-Desearías que no pudiera hablar ¿verdad?- aparece en la pantalla del computador, mis dedos escriben.
- ¡No, por Ford, no!, mi liberación no puede ser de otra forma que así. Deseo que hables-digo con malentendidas palabras.(...)
Despierto. He vuelto a tener pesadillas.