lunes, 3 de noviembre de 2008

Abrumado

Cada desastre viene acompañado de una advertencia. Ya son muchas. ¿El mundo se acabará? sí,¿cuándo? quién sabe, pero se acabará. Existen ciertas señales que son sintomáticas de este anunciado apocalipsis.

- Individualización in extremis de las personas. Cada vez nos fragmentamos más, somos islas y zurcamos en esta horrible tragicomedia que es la vida.
- Desvirtuar la belleza puede ser algo discutible, pues el arte ha emebellecido a lo no bello, cosa totalmente legítimo y hasta cierto punto refrescante. Pero, no caer en las provocaciones que a hoy día ya caímos: explotación de los recursos estilísticos incorrectos, hasta llegar a la siguiente fase:
- Vulgarizar en pos de dar rienda suelta a esta cultura poco intimista con el ser mismo y que consume las almas y las ideas.
- Priorizar el pensamiento superfluo y poco interesante sobre las cuestiones que antaño suponían unas credenciales imponentes en cualquiera.
- Mentir hasta el hastío patrañas proferidas por la oligarquía. Los Goebbels de turno, felices ellos, los demás, haciendo de borregos.
- Malversionar* conceptos como democracia.


En tantas contradicciones hemos caído, tantas veces, tantas épocas y tantos mundos han pasado. Pero, la vida siempre da un loco grito de optimismo. Que sea ella quién decida. La decadencia es mil veces más palpable en mí que en ti...

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