jueves, 16 de abril de 2009

Ausencia. ¿Ausencia de qué? De ti, de tu ruido, de tu olor. De tu miseria, de tus idioteces. Silencio. Me detienes, me obligas a no pensar y a perderme en las mentiras que dices con tanta facilidad y felicidad.

Ahórrate las excusas y sigue en ese plano alterno y disfuncional que es mi memoria. ¿Para qué revivirte, si vives a mil leguas de aquí? Aunque aún sueño con nuestros dedos entrelazándose con singular alegría, y nuestras siestas fingidas y nuestras palabras cruzadas y nuestros absurdos tartamudeos. Y mi incipiente caballerosidad, y tus modales modernos.

¿Para qué revivirte? si vives en otro mundo, en otra galaxia, y cuando probablemente yo no sea más que una anécdota pasajera. O ni eso.

Y todas las noches me despierto con tu recuerdo en mis ojos, cavilando si es posible un encuentro. Aún sí yo sé la imposibilidad del mismo. Empecé a creer que todo fue una ilusión, extraña en su consecución.

Olvídome de tus manos de muerte y tus palabras roncas. De tu estéril despedida y tu silencio fúnebre. Así te enseñé.

2 comentarios:

Lalo Landa dijo...

Somos enteros. Eso somos orfeo. ¿Y hay dos historia allí? o sólo mi juguetona imaginación? Manido tema de un tiempo a la fecha ¿no?

Me gustaba más cuando hablabas de otras cosas...venga, deja el tema por la paz.

Por cierto, ¿para cuándo el correo del gran José Cruz? mira que si tienes suerte...¿Empezamos ya a desmontar la teoría?

Orfeo dijo...

¿Dejarlo? imposible. Me tiene acechado, ofuscado. Lo odio pero lo necesito(el amor, que luego queda ambigüo).

Buen lector eres, sí, hay dos historias, las dos trágicas e incipientes. Grises.

Me provoca desentenderme del mundo, decir a gritos lo diferente que soy, asustar a los demás con mi ezquizofrenía apabullante y sobre todo quedarme encerrado conmigo.

El mundo es dadaísta a últimas horas, llegamos a los paroxismos totales y no nos damos cuenta-yo el primero- y así seguiremos hasta destruirnos.

Soy idiota. Sí.