jueves, 9 de abril de 2009

El DeFecto del tiempo

Como no saben, les contaré. Fui a la ciudad de México una semana. Plan mochilero y tal. Detalles aparte, me sentí perdido en un tunel alternativo del tiempo-espacio. Un lugar donde confluye todo lo que existe y quizá lo que no existe.

Encerrados en ese valle desnivelado, adornado con edificios grises y a veces cosmopolitas, que se disfrazan con un cielo nublado y un sol tímido. Encontramos una ciudad perdida en el tiempo, paralela a nosotros. El pasado aparecía con total efectismo que por momentos parecía la ciudad que José Emilio Pacheco tanto despreciaba y a la vez amaba. Entonces, todo cambiaba, volvíamos a un presente dominado por un capitalismo feroz, donde las casas eran negocios y las personas simples anuncios y propaganda de los productos que vendían. Esclavos, diría yo tras tomar dos cervezas. Pero como si fuésemos un capricho incorregible, viajábamos al futuro, y encontrábamos un nuevo mundo, socialmente intachable, abierto, independiente, ecléctico y eléctrico.

El DF es diferente, un lugar que rememora con exactitud la construcción de una ciudad a base de provincianos-los verdaderos chilangos- que llegaron en busca de oportunidades negadas en su natal tierra. Una ciudad que busca amalgamar su presente con rapidez y sin precaución, a las prisas, olvidándose un poco de que su identidad ya no le pertenece a ella, sino a todos, y que las diferencias que nacen son inconsecuentes pero polémicas y arriesgadas. Vemos entonces, una pubertad de un colectivo. Y finalmente, una ciudad que se muestra esplendorosa, mágica, culta y que manifiesta una propuesta vanguardista y contemporánea en un país retrógrada y provinciano.

Así, a través de una semana interminable y por ello inolvidable, el DF me demostró el defecto del tiempo, perfecto en la quietud hermosillense pero brutalmente avasallado en la frenética ciudad, capaz de enseñarnos los tres tiempos sin temor ni rencor, pudiendo mostrar todas formas de arte y de corrientes, de costumbres y manierismos anacrónicos y algunos que aún no llegan.

Y así, viajar en la ciudad de México supone un viaje al pasado, al presente y al futuro. Aprendamos.

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