Se despertó.

Una tristeza encerrada y que está dormitada es uno de los sucesos más fuertes que una persona puede sentir. Despierta en momentos sin valor verdadero, en oportunidades que nuna se esperan; eso maximiza su fuerza en nuestros sentimientos.

No sé que puedan ser: recuerdos, conciencias, ansiosas mentiras, ¿quién sabe?. Hoy escribo bajo el influjo de los excesos de esta tristeza...tristeza que ha aniquilado a las hipocrecías de las que me hice parte, acabó a esos engaños vestidos de rosa que a cada instante me decían lo fuerte que era y lo lindo del olvido que maniataba a eso que me hacía daño. Pero tras una efímera coincidencia -un programa tan burdo como ínfimo y la hermosa aparición de una canción- se ha producido una atmósfera que esconde tras de sí el despertar de mis sentimientos, reales como puños, reales como un lápiz, reales como un puñado de tierra...

Una vez más, he caído en las profundas heridas que trae consigo el sufrimiento por la nostalgia: enfado melancólicamente extenuante, pesimismo trágico y hasta cierto punto cómico y la desfachatez de acciones totalmente inconcebidas.

Lo recuerdo, es por un anhelo y un recuerdo lo que me ha dispuesto este día, un anhelo por querer tener algo de lo que -estoy seguro de ello- soy incapaz de tener o siquiera conseguir; y el recuerdo es porque a manera de vueltas en el tiempo, descubrí que en alguna época ya lo viví. Viví lo que anhelo.

Extraño ese recuerdo...lo evoco con toda mi pasión -cosa que puedo presumir de tenerla a raudales- pero jamás volverá a aparecer, jamás. Extraño los susurros, los jadeos, la respiración entrecortada, el erotismo destilado, la inocencia perdiendo su valía; extraño con cierto rencor los besos y las manos, sus piernas y sus ojos, su voz y su talante. Fue una vida aparte de la mía, un cambio de galaxias y vividas en otra dimensión; un salto en el tiempo.

Ya ahora, en el exilio de su nombre y de su persona es cuando más la siento. Han pasado otros momentos similares por su desarrollo, pero ninguna me ha hecho ser esclavo de los delirios de mi corazón, nadie me ha hecho sonreír por el dolor de reconocer que soy un ser enclenque en una extensión inmensa y aún así hacerme sentir tan seguro y tan grande. ¡NADIE!...posiblemente en lo que quede de mi vida, ni Dios, Alá o cualquier titiretero pueda hacerme sentir eso.

Por cierto, el video que he puesto contiene la canción que despertó estos pensamientos. Es Rob Dourgan y la canción se llama "Born Yesterday". Las imágenes son de la película mexicana Batalla en el Cielo (Carlos Reygadas 2005) buena película pero no para toda la gente.