Como ocho ilusiones. Como el niño que se suicida por la idea de que todos los niños van al cielo. Como el que se enfrenta al horizonte de luces y de ruidos metálicos y corre cruzando la calle con el verde reflejado en su cabeza.
Como el tiempo que pasa sin ser detenido, que se escurre entre nuestros dedos mientras amamos y odiamos y nos convertimos en seres con arrugas. Camina. Encuentras un mundo barroco, excesivo y distante. Como si tú pertenecieras a generaciones pasadas. Desmiticas mitos mientras comes. Nos descomponemos, nuestra sangre se vuelve pesada y negra, nuestros ojos se convierten en pequeños objetos confusos y nuestro cabello de tanto regenerarse termina por desaparecer, porque a eso estamos destinados. A ser aire, tierra y nada más.
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