domingo, 15 de agosto de 2010

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Mi colección de memorias se ha ido desvaneciendo con el tiempo. Olvidé el día que dejé de ser niño. Perdí entre varios escombros más la vez que mi mamá me dijo que me amaba por última vez.

No creo que haya sido un proceso voluntario pero es inevitable pensar en la soledad que le trae a mi ser y a mi imaginación. Decía Borges que sin memoria no existía imaginación. Me preocupa quedarme sin las dos-o si es la única-. También, de manera anormal me estoy quedando sin gusto. Diría que es bueno pero de vez en cuando me apetece comer unas enchiladas suizas y me frustra sentir ese sabor insípido de nada.

Gracias, le digo a la mesera. Qué raro. Ya no me acuerdo de qué estaba escribiendo.

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